La gran ciudad de Calimport, todo tipo de gentes y razas van
de un lado a otro, multitud de puestos ofrecen sus mercancías, comienza a
atardecer y un numeroso grupo de marineros del recién llegado galeón Azahar se
reúnen en una gran taberna cercana al puerto. Entre ellos hay todo tipo de
razas, humanos, semiorcos, y en menor número semielfos, goblins, halflings y
kobolds. Todos llevan meses en el mar, y necesitan descansar y disfrutar de la
vida, así que hacen lo que hacen los marineros, entran en la taberna y comen,
beben, cuentan historias y cantan canciones, algunos dejan el establecimiento horas más
tarde, para ir con pasos poco firmes a los burdeles de la zona. En una oscura
esquina de la taberna dos ojos brillantes vigilan a los recién llegados con
suma atención, y la oscura figura espera con paciencia y una ligera sonrisa.
Cuando algunos de ellos salen de la taberna ya es noche cerrada, y la oscura
figura sale tras ellos con calma. Sigue a tres de ellos que se adentran por un
laberinto de callejuelas, parecen algo perdidos.
- Yusuf, ¿no dijiste que el ‘Loto Rosa’ de bellas mujeres
andaba por aquí?-
-Eso dijo el tabernero, pero no sé si me he equivocado al
girar dos calles más abajo, todas parecen iguales.-
Una amable voz sale de las sombras.
- Caballeros, parecen perdidos, quizás yo pueda
orientarles...-
Los tres marineros se giran algo sobresaltados, dos de ellos
sacan rápidamente unas cachiporras. El tercero un largo cuchillo.
- ¿Quién va? ¿Conocéis las calles? Os advertimos que no
tenemos mucho dinero.-
- No se preocupen señores, no soy un vulgar ladrón, ustedes
son marineros de ese gran barco, ¿el Azahar, verdad?-
Titubean porque no ven a la persona que les habla...uno de
ellos más borracho titubea.
-S...s...si, ¿cómo lo sabe?-
- Oh, por las ropas y por el acento y porque les vi salir
del barco naturalmente, disculpen si les he asustado...-
Una pequeña figura encapuchada sale de las sombras. Dos ojos
amarillos brillantes les observan desde la sombra de la capucha.
- Mi nombre es An-Randu, y conozco la ciudad como la palma
de la mano, por unos cobres o algo de comer, les puedo guiar rápidamente al
Loto Rosa, hay muy bellas mujeres allí, y limpias...-
Los tres marineros guardan las armas, parecen extrañamente
tranquilos, y sonríen.
- Amigo, pues claro, ¡te invitaremos a unos tragos si nos
sacas de este laberinto!-
- Bien, síganme caballeros.-
An-Randu los guía con habilidad, pasando por una o dos
tabernas más, hasta que están completamente borrachos, deja a dos en el Loto
Rosa, y sigue de juerga con el tercero, en la enésima taberna el pequeño
marinero está a punto de desfallecer.
- An amigo, tengo que ir al retrete, no sé si mear o
vomitar, ja, ja, ja!, eres divertido muchacho...-
Y sale hacia las letrinas de la cochambrosa y casi desierta
taberna, An-Randu le sigue sigiloso como una serpiente. El marinero comienza a
hacer sus necesidades, cuando el pequeño encapuchado entra en las letrinas...
- ¿Eres tu? Hay hueco muchacho, puedes orinar ahí...-
An-Randu salta sobre el indefenso marinero, sus brazos se
han transformado en unas peludas garras, que con una precisión quirúrgica le
rebanan el pescuezo. Casi en el mismo movimiento, le saca la túnica y las pocas
pertenencias al marinero, justo antes de que éste caiga muerto en el sucio suelo
de los retretes.
Una enorme figura gruñe a su espalda.
- Tranquilo colmillitos, éste ya está listo, parece que he
calculado bien, ésta túnica me va como un guante.-
Se gira, y acaricia con suavidad el hocico del enorme
jabalí.
- Me temo que nos tenemos que separar un tiempo amigo,
corre, corre libre al norte y diviértete, te llamaré cuando llegue el
momento...-
La enorme bestia parece dudar unos instantes, y acto seguido
sale disparado. La pequeña figura sale tranquilamente de la cochambrosa
taberna, y se dirige con calma al gran galeón.
- Bueno, bueno, pues un agradable paseo en barco me temo,
esa maldito gnomo se creerá a salvo, ja, ja, ja, ¡Shiskin, pronto tu pequeña
nariz colgará de mi cuello como merecido trofeo!-
La oscura figura se pierde entre un laberinto de calles en
dirección al puerto...
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El enorme navío ha dejado la gran ciudad de Calimport con
dirección norte hace días, es un plácido viaje por el momento, con el mar
tranquilo. En cubierta hay un gran y continuo bullicio de marineros en sus
tareas. Entre ellos destacan algunos guardias de la gran comitiva de la iglesia
de Sune, que charlan, disfrutan del aire marino y están a sus quehaceres. Las
tres heroínas que han destacado en el viaje, siguen con su infatigable tarea de
escolta de la favorita del Sultán, Fátima, y han desaparecido en sus camarotes.
Una noche, un pequeño marinero se ha colado en las cocinas a comer algo, no hay
nadie a la vista y rebusca por la cocina. Una voz algo cascada sale de las
sombras:
- Vaya, vaya, vaya, ¿pero a quién tenemos aquí?-
- La pequeña figura se gira, tiene una afilada daga en una
mano, y un muslo de pollo en la otra.
- Difculpaf, ef que tenía hambre y...-
- Déjate de mierdas, sé quién eres An-Randu, Perro Loco, he
oído muchas historias de tu persona.-
An-Randu deja lentamente el hueso de pollo...y queda
instantáneamente paralizado.
- No voy a correr riesgos pequeño, ya te he dicho que sé
quién eres. Ahora me vas a escuchar con atención. Espero que tus negocios no
interfieran con los míos, yo voy tras la princesita Fátima, y no me interesa
nada más, así que espero que no vayas tras la misma presa, o te tiraré al mar
con tu cuello atado a un ancla...¿nos entendemos? Ahora te voy a soltar, no
intentes atacar, te aseguro que no tienes nada que hacer contra mi.-
En las sombras se escucha un leve chasquido de dedos, y
An-Randu queda libre, está nervioso, aunque sabe disimular.
-No os conozco, pero os aseguro que vuestra presa no me
interesa en absoluto, yo voy tras la pequeña gnomo repugnante de los
cascabeles...-
- Ah, perfecto, perfecto, entonces no tendré que matarte,
incluso puede que me sirvas de algo pequeño...-
An-Randu entorna sus grandes ojos con desconfianza, pero ha
sentido el poder que le ha atenazado todo el cuerpo, y prefiere negociar, ya le
cortará el pescuezo a quien quiera que sea cuando duerma...
- Si nuestros negocios pueden coincidir en beneficio, no veo
por qué no podemos unir esfuerzos, te escucho...-
- Bien, bien, esas tres zorras entrometidas están como un
perro callejero con un hueso con la princesita, y necesito que la pierdan de
vista, una de las zorritas es tu minipresa, así que si montamos una distracción
para atraer a las tres, tu podrás hacerte con la gnomo y yo con la princesita,
todos ganamos y todos contentos...-
- ¿Y qué sugieres? Estamos en alta mar, es todo demasiado
complicado, demasiados guardias con muchas armas...-
- Lo sé, lo sé, no te preocupes, pronto habrá serios
problemas de salud en este barco, y no les quedará otro remedio que acercarse
a tierra, entonces se encontrarán con una desagradable sorpresa, verás...-
Sobre la mesa, junto al muslo de pollo se apoyan dos guantes
negros, una capucha se acerca ligeramente a una de las grandes orejas de
An-Randu y susurran unas largas frases. La sonrisa de An-Randu se va
ensanchando más y más, hasta convertirse en una carcajada.
- Ja, ja, ja, magnífico, magnífico, creo que eso me será de
gran ayuda en mi caza, no interferiré en vuestros asuntos si vos no interferís
en los míos...-
- Bien, bien, como te dije todos ganamos, bueno ésta panda
de pijos estirados y relamidos no claro, je, je, pero tu y yo si, tendrás a tu
repugnante gnomo en un saco en breve muchacho, y yo a la princesita para
asuntos que no te conciernen...-
La encapuchada figura vuelve a sumergirse en las sombras,
dejando un leve susurro...
- Recuerda An-Randu, te conozco y conozco tu nombre, que no
se pase por tu cabecita una ligera traición o sufrirás dolores que no has
conocido nunca...-
An-Randu hace una cortés reverencia, sonríe y vuelve a
agarrar el muslo de pollo más tranquilo y contento.
- Descuidad, An-Randu tiene palabra, y está de caza, no
tenéis nada que temer de mi...-
Se ha quedado solo de nuevo en la cocina, y sigue rapiñando piezas
de comida aquí y allá, hasta que encuentra una botella.
-Mmm un licorcito para calentar la tripa y el espíritu,
después de éstos sobresaltos me vendrá bien un traguito o dos...bueno Shiskin ¡a tu corta salud!-largos tragos-¡tienes un cita con mi saco, ja,ja,ja!
Deja la cocina silenciosamente para perderse en las sombras
del gigantesco navío, que sigue surcando los mares tranquilamente, con una
suave y cálida brisa, y un mar plano.
AN-RANDU VIGILA A SU PRESA, RONDANDO CADA VEZ MÁS CERCA